Se acabó lo bueno, la tranquilidad y la soledad del camino acaba cuando se entra en Arzúa y el camino se une con el Francés. La aglomeración de gente en la puerta del Albergue de Arzúa para pillar una cama, las personas que iban con coche de apoyo y unos metros antes recogían sus mochilas de algún taxi, la sensación de carrera para llegar al siguiente albergue, todo esto le quitó el encanto al camino.
En el albergue, nos tocaba dormir en colchonetas en el suelo, y después de la mala noche que pasaron mis compañeros por los ronquidos en Sobrado, decidimos irnos a un hostal. Encontramos uno por 12€ por persona con baño privado. Estaba muy bien. Era en la Casa Carballeira.
Por la tarde, fuimos a la piscina municipal de Arzúa para refrescarnos, y echarnos una siesta. A la mñn siguiente, tocaba madrugar para pillar sitio en el albergue.