Tengo casi asumido que en mi vejez sufriré el Síndrome de Diógenes, pero todavía soy joven, y de vez en cuando, me da por limpiar y tirar indiscriminadamente lo q no sirve para nada, solo para traer algún recuerdo, o a veces ni eso.
En este caso, la víctima ha sido mi … mis cuentas de correo. Almaceno correos desde el 2000, dependiendo de la cuenta. Tengo una amiga q solo me envía correo basura, bromas, videos o lo q sea, así q todos esos han caido sin mirarlos. Después, los correos de comentarios, q no sé pq los guardo, si total, ya están por aquí. Y por último los del formulario, que tras unos años, ya no me acurdo de esa persona q solo me decía «Hola, me encanta tu web», o «Mi deseo es que mi novio no me deje nunca».
Luego están las carpetas de trabajos eventuales de freelance. Después de más de un año, los puedo dar por concluidos y borrar todo lo referente a ese trabajo. También hay carpetas q guardo casi con candado, para no dejarme leer los emails q contienen… esos emails importantes q un día escribiste con el alma, esa carpeta llena de recuerdos, mejor dejarla al fondo del baúl y no hacerle caso.
A parte de esos… hay algunos de gente con la q un día empecé a intercambiar mails… y, ni siquiera releyendo los mails, me acuerdo de quienes eran… al final, lógicamente, acabarón en el olvido. Aún a sabiendas de de esas personas ya ni se acuerdan de mi, como yo no me acordaba de ellas… los seguiré guardando unos años más.
Y todo esto, para hacer «sitio» a nuevas carpetas, de nueva gente, que a día de hoy, me hace soñar