Desde hace más de un año, trabajo en el centro de la ciudad. Todas las mañanas, cojo el autobús, me dirijo al cajón de los periódicos, y (si hay) paso los siguientes 20 minutos enfrascada entre las páginas para no ver el aogibio de la gente apretujados como sardinas en lata. Con ese periódico me pongo al día, pq a fin de cuentas, todos dicen lo mismo, incluso en «No somos nadie» parece q leen el 20minutos y el meneame para sacar el zumo de periódicos.
Cuando llego al centro, me bajo del autobús, cruzo un semáforo y ya las veo, de dos en dos y avece las 3 juntas, ellas, las chicas de los periódicos. Son competencía, pero eso da igual, se ponen todas juntas en la misma esquina, y mientras no hay nadie a quien ofercer periódicos, charlan entre ellas.
Cuando se pone el semáforo en rojo (o verde, vamos, q puedo cruzar) las veo mirarme con deseo, hasta con gula, «No te vas a escapar, tienes que pasar por aquí». Y entonces es cuando empieza mi juego interior de conseguir pasar por las barreras de las niñas de los periódicos sin que me ofrezcan ninguno. A veces lo consigo camuflandome entre la multitud.
Antes los cogía todos, el 20minutos, Que, ADN, el metro, pero cuando la montaña de periódicos en la oficina empezaba a crecer, y acaba en la papelera (sin reciclar) opté por no coger más, además, q después nunca los leía. Pero… si alguna de esas niñas me pilla despiestada, mi curiosidad innata me hace alargar la mano y cogerlo.
Total, q se junten todos los periódicos gratuitos, q a fin de cuentas, tienen las mismas noticias, y sus empleados más directos al público no sabrían si trabajan para uno u otro sin mirarse ese chaleco tan ridículo.
Y digo yo, ¿cómo afectará esta avalancha de prensa gratuita a los grandes?, es decir, el pais, abc, el mundo, etc
Lo dicho, ¡Esto es la invasión, señores!