Mi piso está en la séptima planta. Mi calle es ancha, tiene 2 carriles en cada sentido. Tengo vecinos odiosos (el de abajo) y vecinos q me provocan curiosidad (los de arriba con el caraoke). Pero en la acera de enfrente, tengo un buen montón de objetivos a cotillear con unos prismáticos.
Ahora mismo, esto viendo al señor que pinta la barandilla, nada interesante, y en el balcaón de al lado, con las ventanas abuertas de par en par, veo siluetas reflejadas en un espejo q tienen en la pared frente a la terraza. Es decir, por si acaso podía no ver algún ricón de la casa, ponen un espejo para poder ver todo.
Y tengo la curiosidad de observar las vidas ajenas sin ser vista, y sin saber q les observan. Me gusta imaginarme la vida de la gente con la q me cruzo por la calle. Hoy, por ejemplo, he descubierto un poco de la vida de una chica q viene todos los días conmigo en el autobús al centro. Nunca he hablado con ella, solo sé el portal donde vive, pq la he visto salir un par de veces, y q trabaja en el centro. Y despues de casi un año, he pasado por delante de una zapateria, y allí estaba ella colocando zapatos. Era facíl imaginar q trabajaba en alguna tienda pq no tiene pinta d ejecutiva o de oficina.
Me pasa lo mismo con la gente habitual del autobus, me imagino en q trabajarán. Las mujeres de camisa verde son demasaido fáciles, es decir, q todas trabajan en el corte inglés. Pero luego está el chico de traje, la rubia de pelo largo o el abuelo. El abuelo es un hombre q coge el autobús todos los días a las 8:45 y se baja en el centro. Siempre va bien vestido, pero no de corbata, y con un maletín. Tiene edad para estar jubilado, pero parece q va a trabajar.
Es lo bueno del autobus… q siempre son las mismas caras… y como no sabes nada, te puedes inventar sus vidas.