La claridad de la mañana empezaba a molestarle en los ojos. La línea entre el sueño y la realidad empezaba a desvanecerse. Las sábanas sobre su cuerpo, el pelo sobre su cara, su propio peso sobre la cama, empezaba a sentir el tacto. La suave brisa que llegaba desde el ventilador del techo hacía más soportable el calor, que también se dejaba sentir con el sol de la mañana.
Sabía que, aunque lo intentase, ya no volvería a dormir, el sueño la había abandonado, el sueño… esa noche soñó mucho, podía recordar 4 sueños, uno detrás de otro, con su principio y su fin, con sus argumentos relativamente lógicos tratándose de un sueño. En esos momentos, cuando todavía estaba casi dormida, le gustaba recordar los sueños, las aventuras vividas, las sensaciones, los olores y colores, el dolor, o el miedo, el tacto,… tenía la capacidad de recordar muchos detalles de sus sueños, casi hasta poder revivirlos. En ocasiones era una ventaja el poder recordar una caricia o un beso que sabes que nunca ha ocurrido, pero vivirlo tan real como un recuerdo del día anterior, pero otras veces preferiría no recordar nada pues el dolor y la angustia también se siente.
Estaba pensando, con los ojos cerrados, en sus sueños, en como sabía que se iban a cumplir, los malos, porque los buenos nunca se cumplen. Sabia que iban a salirle mal algunas cosas, pero en ese momento, ella solo quería disfrutar del instante, de la mañana, del ventilador del techo, y del hombre que dormía a su lado.
Le miro, él todavía dormía, sabía que lo haría hasta bien entrada la mañana, y sabía, que esa sería la última vez que le viese así, a su lado, como un niño.
Estudió cada poro de su piel, su nariz, pequeña pero sin ser respingona ni chata, sus cejas, perfectamente dibujadas, sus ojos, su boca de labios carnosos, donde se juntaban todos los sentidos. Con un dedo le dibujo el perfil de la nariz, la boca y la barbilla. Le gustaba tocarle, sentirle cerca. Que la abrazase por las mañanas, pero sabía que aquello había acabado.
No quería hacer las cosas más difíciles, no era bueno para ninguno de los dos. Ella le amaba profundamente, le dolía amarle tanto, era incapaz de imaginar una vida sin él. Pero sabía que tenía que hacerlo. Las cosas se quedaron claras la noche anterior, ‘esto es lo que hay, no te veo como pareja, y no quiero hacerte daño’ así que por mucho que ella se autocenvenciese de que podían mantener una relación de solo sexo de vez en cuando, sabía que no iba a soportar verle con otra mujer, o siquiera sospecharlo. Sabía que necesitaba algo más, porque el solo sexo, no funciona cuando hay sentimientos por medio.
Apretó su cara contra la almohada para oler su olor. Le gustaba el olor de algunos hombres con los que había estado, podía recordar muchas cosas sólo con volver a oler su olor. Incluso le gustaba oler su propia ropa después de estar con él, porque todavía olía a él.
Sacó la mano de la sábana buscando el tanga, que seguro estaba en su lado de la cama, donde lo tiró a conciencia cuando se lo quitó para poder tenerlo a mano, igual que el sujetador. Se sentó en la cama y le miró. Todavía dormía, se revolvió un poco en la cama y se dio la vuelta. Ahora estaba de espaldas a ella, la que tantas veces había abrazado, y arañado.
Era demasiado duro verle así. Salió del cuarto. En el cuarto de baño se vistió y remojo la cara. No quería mirarse al espejo, porque entonces no sería capaz de hacerlo, volvería a su cama, a acurrucarse en sus brazos, a buscar siempre la penúltima vez. Pero eso la mataría poco a poco. Y lo sabía, no quería sufrir más, aunque eso supusiese sacrificar algunos placeres.
Recogió el resto de sus cosas del salón. La noche anterior fue algo salvaje, y estaba la ropa tirada por el sofá y el suelo. Acabó de vestirse, guardó sus cosas en el bolso. Miró 2 veces para asegurarse que no se dejaba nada. Echó un último vistazo a la habitación para recordarla, a sabiendas que sería la ultima vez que estaría allí.
Avanzó por el pasillo hacia la puerta principal, a la izquierda estaba el dormitorio, miro rápidamente hacía la cama, él seguía dormido, se había movido y ocupaba toda la cama. En una fracción de segundo le pasó por la cabeza todos los encuentros que habían tenido, el primer café, el día de playa, la pizza bajo la lluvia, y ya empezaba a convencerse para correr a la cama y acurrucarse entre las sábanas, cuando recordó las tardes de soledad en la piscina y las lágrimas, y el dolor.
Con cuidado, cerró la puerta del dormitorio, abrió la puerta de entrada, y un segundo después la cerró intentando no hacer ruido, pero la puerta la traicionó y chirrió un poco.
Ella salió de su casa y de su vida.
Entonces, él sé despertó.
wooow..me encantó..simplemente
ahh como desearia ser como la chica en cuanto a que recordaba sus sueños..no en cuanto a lo otro, obviamente..
saludos..lindo blog..o bitacora, como sea que le llames
te parece si te linkeo en mi blog?